EFECTOS DEL FENOMENO EL NIÑO
1997 - 1998
Los mayores efectos y
activación de amenazas asociadas a las fuertes lluvias se concentraron en
los departamentos de Tumbes, Piura y la Provincia de Lambayeque, manteniéndose
las lluvias e inundaciones hasta el mes de abril. Sin embargo, desde fines de
enero hasta marzo de 1998, también cayeron lluvias torrenciales que produjeron
inundaciones diversas en el resto de la costa norte y central, hasta Ica. La
característica que tuvieron los eventos en estas últimas áreas es que duraron
corto tiempo, entre uno a cuatro días.
Los efectos encadenados
durante este lapso se expresaron de varias formas:
Las lluvias que cayeron en
las cuencas de la costa causaron el incremento de los caudales de los ríos,
produciendo desbordes e inundaciones.
En condiciones normales, el
comportamiento hidrológico de las cuencas de la costa peruana depende de las
precipitaciones que ocurren en la sierra, donde la época de lluvia es entre
diciembre y marzo. Así mismo, responde a las características propias de los
ríos, que son las siguientes:
Son ríos de corto recorrido y
fuerte pendiente.
La mayor parte de ellos transporta agua solamente durante la época de lluvias
en la sierra, permaneciendo secos el resto del año, salvo algunos que conducen
agua permanentemente porque su naciente está en los glaciares.
Los cauces de estos ríos, por lo general, permanecen colmatados de
materiales y no están debidamente encauzados, por lo cual las crecidas alteran
su cauce.
Durante la ocurrencia del
Fenómeno El Niño 1997-98, en muchas de las cuencas se incrementó
extraordinariamente el caudal de los ríos, debido a que se sumaron a las
lluvias de la sierra alta las torrenciales lluvias que cayeron en la parte
media y baja de las mismas. La posibilidad de desborde se vio favorecida por la
enorme cantidad de material sólido que transportaron los ríos, suelo arrastrado
desde las laderas áridas y deleznables de las partes altas y medias de las
cuencas.
En los ríos de la costa norte
y central del país se observaron los máximos históricos, de acuerdo a la red de
registros de información hidrológica o de caudal del Servicio Nacional de Meteorología
e Hidrología (SENAMHI); también, según los cálculos o estimaciones (por métodos
directos como el de área-velocidad) realizados por la Dirección General deAguas
y Suelos (DGAS) del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA), responsable
del registro de los ríos en los Distritos de Riego bajo su jurisdicción
administrativa.
En la cuenca del Río Tumbes, desde diciembre se incrementaron
los caudales presentándose los mayores valores promedio en enero de 1998 con
854 m3/s.
El caudal máximo instantáneo del período diciembre-mayo 1997-98 fue de
2.318,0 m3/s registrado el 12 de abril.
En la cuenca del Río Chira (en Piura), para el evento
1997-98, los caudales se incrementaron desde enero, subiendo vertiginosamente hasta
llegar a su pico más alto en abril de 1998, alcanzando cerca de 1.497 m3/s. Los mayores incrementos se
produjeron en los meses de marzo y abril para descender en mayo de 1998.
En la cuenca del Río Piura, el caudal medio del río del
mismo nombre, según la estación hidrológica Puente Sánchez Cerro, alcanzó un
valor de 601,1 m3/s, caudal superior en 721 % respecto
de su normal. Los caudales se incrementaron desde diciembre de 1997 hasta abril
de 1998 con valores cercanos a los 1700 m3/s
para descender en mayo de ese mismo año. El caudal máximo instantáneo para el
período diciembre-marzo 1997-98 fue de 4.424 m3/s
registrado el 12 de marzo.
En la cuenca Motupe-La Leche se presentaron caudales
máximos instantáneos nunca antes vistos, de acuerdo a versiones de expertos que
fueron recogidas por los medios de prensa. Lamentablemente no se cuenta con
registros de los caudales de ese río. Las descargas de esta cuenca dieron lugar
a la formación de una gran laguna en el desierto, dado que este río no tiene extensión de salida hacia el mar. Situación similar
ocurrió con la Laguna Ramón que recibe las aguas de la cuenca del Río Piura, la
cual amplió extraordinariamente su diámetro normal. Al adquirir mayor tamaño,
llegó a unirse con las aguas del Río Motupe-La Leche formando una sola laguna
grande, la cual fue bautizada por la comunidad con el nombre de Laguna La Niña.
Esta laguna paulatinamente fue reduciendo su extensión, hasta secarse algunos
meses después, debido a la infiltración del suelo y a la evaporación. Es
importante destacar que durante los años de mucha precipitación, como
corresponde a los años Niño, es usual que los ríos mencionados (Piura, Cascajal,
Olmos, Motupe, La Leche), los cuales raramente llegan al mar, formen esas
lagunas en el desierto de Sechura. Estos lagos son explotados aprovechando las
especies piscícolas que se desarrollan (por ejemplo, lisa).
En la cuenca del Río Chancay-Lambayeque, el caudal
promedio del río del mismo nombre en la estación hidrológica Raca Rumi,
alcanzado durante el período septiembre de 1997 a mayo de 1998, fue 61,1 m3/s superior en 69% a su normal. De
septiembre a noviembre de 1997, este río registró déficits hídricos,
iniciándose el ascenso de sus caudales a partir de diciembre y alcanzando sus
mayores valores en abril de 1998 con 133,4 m3/s.
Los impactos hidrológicos mayores no solamente han sido
en los ríos de la costa norte, sino también en los ríos de la costa central
(Ica, Chillón, Rimac, Chancay-Huaral) y puntualmente en algunas zonas del sur, como el valle de Locumba en
Tacna.
Los datos del Ministerio de Agricultura de los ríos Jequetepeque,
Pativilca, Huaura, Chancay y Cañete muestran un incremento considerable de los
caudales a partir de diciembre de 1997, alcanzando promedios máximos entre
febrero y marzo de 1998, para luego descender abruptamente en abril, llegando a su nivel promedio normal en mayo de 1998.
La cuenca del Río Rimac presentó mayor volumen de caudal durante
El Niño 1997-98 que los promedios normales. Tuvo un primer pico a fines de
enero, manteniéndose alto hasta mediados de marzo, para luego descender. En
esta cuenca se produjeron además avalanchas de lodo de gran impacto entre los
meses de enero a marzo.
En la cuenca del Río Ica se produjeron dos crecidas
extraordinarias en enero de 1998, las cuales superaron ampliamente los caudales
históricos del mismo río durante el siglo XX, sobrepasando ampliamente el
máximo que puede soportar su cauce que son unos 250 m3/s. El promedio mensual alcanzado en
ese mes se ubica muy por encima de los máximos instantáneos de las cuencas
vecinas y de las del resto de la costa sur, sólo comparable con los caudales de
los ríos del extremo norte durante dicha temporada. Se estima que durante el
primer mes de 1998 el caudal medio superó en 700% la media normal para dicho
mes. Ello generó desbordes, provocados por lluvias torrenciales, así como
avalanchas o huaycos en la parte alta de la cuenca.
En la costa sur, desde Ica hasta Tacna, los ríos
aumentaron su caudal durante enero y febrero de 1998, siendo los promedios mensuales
superiores a la media para el período, en algunos casos hasta 300%.
Igual situación se observó en el río Pisco, cuyos
caudales fueron de 800 m3/s en 1997-98.
En Arequipa, los ríos Majes y Camana mostraron
incrementos inusitados alcanzaron valores de 1.200 y 980 m3/s en 1997-98.
Otro efecto secundario de las lluvias y de la crecida de
los caudales de los ríos fue la formación de avalanchas de lodo (“huaycos” en
el idioma quechua), ya que al caer el agua de lluvia sobre laderas de las
cuencas áridas de materiales no consolidados, provocaron una intensa erosión
hídrica y la formación de escorrentías superficiales, activándose las torrenteras
y las quebradas secas. El efecto más directo de estos procesos fue la
generación de avalanchas de lodo, las cuales se produjeron de manera exacerbada
en las cuencas de la costa norte y central, donde se presentaron incrementos inusitados de caudal, pero también en algunos lugares de la
sierra y selva.
Los “huaycos” se produjeron en los departamentos de
Tumbes, Piura y Lambayeque, de manera continua, porque las quebradas secas, por
efecto de las lluvias, tuvieron mucha actividad geodinámica externa. Otras
zonas donde se formaron “huaycos” de gran potencial destructivo fueron las cuencas
de los ríos Rimac y Huaura, en el departamento de Lima y en la cuenca del Río
Ica.
Lejos de las cuencas de la costa, ocurrieron esos mismos fenómenos
en Choco (Arequipa), San Luis (Callejón de Conchucos-Ancash), Castrovirreyna
(Huancavelica) y Oxapampa (Cerro de Pasco). Sin embargo, estos últimos no son
directamente atribuibles a El Niño, pues ocurrieron en zonas donde las
anomalías de precipitaciones no fueron significativas. En Perú cada año se
forman “huaycos” en diversos lugares durante la temporada de lluvias, algunos
de los cuales tienen gran impacto destructivo.
Adicionalmente a los efectos derivados de los incrementos
inusitados de caudales de los ríos, otras amenazas que causaron daños
cuantiosos fueron los aluviones ocurridos en el Valle del Vilcanota (Provincia
La Convención-Cuzco), por efecto de los deshielos de glaciares.
Durante El Niño 1997-98, prácticamente la totalidad de
las cuencas de la costa tuvieron gran actividad por efecto de lluvias que
originaron incremento de caudales, erosión hídrica, activación de quebradas
secas, formación de avalanchas de lodo de diverso tamaño que aportaron materiales
sólidos hacia las partes bajas de los valles, causando sedimentación y colmatación
de cauces, contribuyendo así a los desbordes y consiguientes inundaciones.
Pero hay diferencias notables entre la continua y enorme
actividad hidrodinámica en las cuencas del norte del país y las irregulares y
menores caudales del extremo sur. El nivel de las lluvias y de los caudales fue
bajando de norte a sur, combinado con súbitas crecidas en algunas cuencas
específicas, como por ejemplo las del Rimac, Ica y Topara.
a)
En
la costa norte estuvieron presentes dos tipos de amenazas originales: la
tropicalización del clima y el exceso de precipitaciones. La tropicalización
del clima que ocurrió durante 1997 fue un factor de enorme incidencia sobre la
vida humana, animal y vegetal, influyendo también en la meteorización de las
rocas en las cuencas costeras. El exceso de precipitaciones propició, por una
parte, el incremento inusual de los caudales de la mayoría de los ríos, los
cuales originaron fuertes desbordamientos e inundaciones. Por otro lado, en las
cuencas más susceptibles y escarpadas, con suelos menos consolidados, se
generaron avalanchas de lodo (huaycos) e inundaciones. Finalmente, los excesos de
lluvias sobre vastas extensiones durante los primeros meses de 1998, produjeron
también inundaciones de tierras planas.
En efecto, tal como se ha indicado, las lluvias de El Niño y sus efectos comenzaron
a mediados de diciembre de norte a sur, primero en Tumbes y Piura activando casi
de manera simultánea cinco cuencas: Zarumillas, Tumbes, Bocapán, Chira, Piura, Cascajal
y Motupe-La Leche.
En cambio, en las cabeceras de las cuencas, el nivel promedio que alcanzaron
las anomalías de las precipitaciones no fue significativamente alto en relación
a años normales. A pesar de ello, se observa que durante varios días consecutivos
se produjeron picos de caudales en los ríos Tumbes, Zarumilla y Piura por
efecto de trasvase de nubes de la región atlántica, explicando la cadena de
amenazas que se generaron y las afectaciones que produjeron.
b)
En
la costa central, los efectos encadenados se relacionaron con excesos de
precipitación, similares a los de la costa norte, pero concentrados en períodos
mas cortos. Las principales amenazas fueron los desbordamientos de ríos y la
generación de avalanchas de lodo (huaycos).
c)
En
el sur, aparte de las inundaciones y las avalanchas de lodo, fueron frecuentes
las lluvias torrenciales, el deshielo de glaciares por efecto de las temperaturas,
originando aluviones que causaron graves afectaciones. En algunos sectores se
presentaron veranillos y algo de sequía, pero a escala muy reducida.
d)
En
la zona de oriente no hubo efectos notorios, aunque se presentaron inundaciones
locales por desborde de algunos ríos
VISION GENERAL DE LOS DAÑOS
SOCIOECONOMICOS DEL EPISODIO EL NIÑO 1997-98
Diferentes sectores económicos y la población recibieron impactos
del Fenómeno El Niño 1997-98.
En el océano, el incremento de las temperaturas y el
cambio en la salinidad de las aguas, trajeron consigo la migración de las
especies pelágicas que normalmente habitan las aguas peruanas, reduciéndose de
forma significativa la captura, con la consiguiente merma en la producción de
harina de pescado para la exportación y con afectación de la cadena trófica de
las especies. La disminución de especies como la anchoveta y la sardina generó
un impacto negativo sobre las aves guaneras, lobos marinos y pingüinos,
produciendo su muerte o migración, lo cual también tuvo repercusiones sobre la producción de guano. Un impacto inverso y positivo fue la
aparición de otras especies como camarones, langostinos, tiburón diamante,
etc., para consumo humano.
Al elevarse la temperatura del aire y aumentar la
radiación solar, con el consiguiente aumento de la evaporación y la
evapotranspiración de las plantas, se generó una mayor demanda hídrica de las
mismas, lo cual fue notorio durante los primeros meses de
evolución de El Niño, es decir, en 1997. Ello produjo
alteraciones en el ciclo normal de crecimiento de las plantas y en la
afectación de los procesos de floración, redundando en una disminución de la
productividad de los renglones afectados. El efecto socioeconómico de la
elevación de la temperatura fue muy evidente en los cultivos transitorios y permanentes
de los valles de la costa, siendo los más afectados la papa, maíz, algodón,
olivos, pecanas, limón, tomate, mango, vid y otros frutales.
El clima cálido también fue propicio para la aparición de
plagas y proliferación de insectos, que contribuyeron a mermar la agricultura y
afectaron al ganado, así como a la salud de las personas.
Gracias a la oportuna predicción de la llegada de El Niño
a principios de 1997, las autoridades peruanas pudieron abocarse a la
realización y ejecución de planes, obras y acciones de prevención y mitigación.
En numerosas ocasiones tales obras –ensanchamiento de cauces, la protección de
bordes de ríos, la limpieza de los drenajes, etc.–, evitaron que las crecidas
de los ríos causasen graves inundaciones. Sin embargo, se presentaron
oportunidades en que los caudales de diseño para tales obras fueron
excedidos con creces, dañándose incluso la
infraestructura construida en la fase de prevención.
Durante el evento de 1997-98, las lluvias, crecidas,
inundaciones y deslizamientos fueron los mayores generadores de impactos en el
territorio nacional. En la costa norte y en las
regiones centrales del país (en las últimas de las cuales
no existían previsiones ni antecedentes acerca de su ocurrencia en el pasado),
las amenazas mencionadas produjeron impactos muy importantes sobre los
asentamientos humanos, la agricultura, los sistemas de agua potable y
saneamiento, las vías de comunicación, etc. La misma capital, Lima, fue
afectada por las inundaciones del río Rimac, las cuales no habían sido consideradas en los planes de prevención y
mitigación.
El incremento de caudales tuvo efectos dramáticos sobre
algunas poblaciones emplazadas en el trayecto de los cursos de agua o en las
zonas ribereñas. Un daño importante se evidenció en las obras de captación y
distribución de agua para consumo humano, lo que originó la suspensión de los servicios.
Las crecidas de los ríos produjeron socavaciones en
numerosas carreteras afectando los cimientos de las vías y produciendo
inundaciones sobre la carpeta asfáltica y por ende su destrucción. Una
consecuencia destacada de los daños a las vías fue el aislamiento de muchas
zonas agrícolas y poblados; ello imposibilitó tanto el suministro de
combustible
para plantas térmicas en algunas comunidades como el suministro
de alimentos y la salida de productos agrícolas, entre otros.
Los desbordamientos de los cauces y las crecidas también
afectaron actividades como la industria camaronera, trucha y pejerrey, entre
otros, al originar la destrucción de la infraestructura productiva destinada a
esos fines que estaba ubicada en los márgenes y/o en la desembocadura de los
ríos.
Los desastres de mayor magnitud se produjeron en Piura, Tumbes,
Ica, Chiclayo, (inclusive Mocse, Picsi), Trujillo y Chimbote. Otros de
similares proporciones ocurrieron en
Lima (Chosica, Chaclacayo, Huaycoloro). Los “huaycos” o
avalanchas de lodo que se produjeron en los departamentos de Tumbes, Piura,
Lambayeque, de manera continua porque las quebradas normalmente secas tuvieron mucha
actividad geodinámica externa, cortaron carreteras como la de Tumbes-Piura por
varias semanas y también arrasaron tuberías de conducción de agua como la que alimenta
a Talara, dejando a esa población sin ese servicio por varias semanas.
Otras zonas donde se produjeron “huaycos” que tuvieron gran
potencial destructivo fueron: Trujillo, donde se activó una quebrada que derivó
en una enorme inundación de la ciudad, al romperse el dique de la represa que formó
previamente.
En Lima se produjeron huaycos en Ambar (cuenca del
Huaura). En la cuenca del Rimac se produjeron huaycos en Tambo de Viso, Matucana,
quebrada Paihua, Santa Eulalia, El Pedregal, Quirio, El Cuadro, Los Cóndores,
California, Chacrasana, La Cantuta, Cupiche, San Mateo y Huaycoloro.
También ocurrieron en Ica, por las quebradas Los Molinos,
Trapiche, Cansas, que afectaron varios pueblos causando gran destrucción.
Lejos de las cuencas de la costa ocurrieron esos mismos
fenómenos en Choco (Arequipa), San Luis (Callejón de Conchucos-Ancash),
Castrovirreyna (Huancavelica), Oxapampa (Cerro de Pasco).
Las lluvias directas generaron impactos ambientales
positivos. Por una parte permitieron la recuperación de pastizales y el
incremento de la flora, con notoria influencia en el Parque Nacional Huascarán,
en las Reservas Forestal Lachay y en la Reserva Natural de Titicaca. Por otra
parte, propiciaron la recuperación de cobertura vegetal en el Parque Nacional
del Río Abiseo. También produjeron la integración de varios lagos que pudo ser
aprovechada para fines de pesca y de aprovechamiento salino, contribuyendo a la
recarga de acuíferos.
En el sur del país no se produjo sequía como se había
previsto de acuerdo a lo ocurrido en 1982-83. Por el contrario, se produjeron
precipitaciones que en algunos lugares fueron
intensas originando crecidas de algunos ríos, además de deslizamientos
y avalanchas de lodo, lo que originó algunos daños en áreas agrícolas y centros
poblados.
El calentamiento de glaciares en la cordillera de los
Andes, al producir el desprendimiento de bloques de hielo y represar el río Vilcanota,
dejó sepultada la Central Hidroeléctrica de Machu Picchu que quedó totalmente
colapsada.
El arrastre de sedimentos hacia las zonas bajas fue un
factor determinante en el taponamiento de redes de alcantarillado y en la
exacerbación de inundaciones en algunos poblados; igualmente, produjo un
desmejoramiento de la calidad de las aguas para consumo humano por efecto de la
turbidez, a la vez que contribuyó a la reducción de la capacidad útil de algunos
embalses utilizados como fuente para la producción de agua potable, riego o
electricidad.
La inhabilitación de servicios tuvo repercusiones sobre
la calidad de vida de la población, principalmente sobre la de menores
ingresos. Muchas de las tierras afectadas por inundación, lodificación u otros
factores, no pudieron ser cultivadas en el ciclo agrícola siguiente, con el
consiguiente impacto sobre los ingresos del productor y sobre la producción agrícola.
Todo ello redundó en efectos sobre los indicadores macroeconómicos del país.
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